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La matanza - Favignana

La Matanza es un manera muy antigua de pescar el atún.

No obstante col pasar del tiempo haya perdido muchas características, aún tiene un ceremonial muy antiguo. Ya desde la mitad de abril los tonnaroti (los pescadores de atúnes) empiezan a calar en el mar una serie de redes donde quedarán imprisionados los bancos de atunes que entre la segunda mitad de mayo y la primera mitad de junio abandonan el océano para irse a reproducir en el Mediterráneo.

Los días de la Matanza no se pueden fijar antes. Dependen sobre todo del recorrido de los atúnes y además de las condiciones del mar dado que los barcos utilizados, las “muciare” no son adecuadas para cuando hay olas. Se puede asistir a la matanza directamente en los barcos de los pescadores pero normalmente después de una larga espera.

El recorrido de los atunes - Siguiendo la corriente superficial atlántica, los bancos de atunes pasan a través del estrecho de Gibraltar y van hacia las costas septentrionales de Sicilia. En aquel período el mar de las Egadi es perfecto para reproducirse: su temperatua es de 17°-18°, la salinidad superior a 37% y 20 metros de profundidad. La corriente pasa cerca de Marettimo y Levanzo pero después desvía hacia las costas de Trapani. Los atunes encuentran los fondos bajos entre Punta Marsala (Favignana) y la Reserva del Stagnone así que tienen que volver atrás hacia Favignana donde todo está listo para su llegada.

El rais - El rais es él que dirige toda la matanza. Él decide cuando empezar y terminar la matanza, cuando abrir y cierrar las cámaras y él decide también la posición de los barcos para que faciliten la entrada de los atunes en la cámara de la muerte.

La preparación - Los tonnaroti suben a sus barcos y los sujetan uno con otro de manera que un único barco de motor los remolque lejos de la costa. Se paran cerca del Palo de San Pedro, donde el rais dice la oración tradicional. Todos se quitan el sombrero y después continuan la preparación colocandose según el diseño creado por las boyas y las balizas.

Las cámaras - Cuando los atunes encuentran las redes siguen nadando cerca de ellas hasta llegar cerca del puerto donde hay otra barrera. Desde entonces su suerte está echada. Estas barreras muy largas pueden llegar hasta 4-5 kilómetros y crean con la ayuda de la morfología de la costa un recorrido obligado para los atunes, la así llamada “cola” que los lleva  dentro de la atunara. A través de las vibraciones de un sedal echado por la borda producidas por los atunes que pasan, un hombre los cuenta y se lo dice al rais. Una serie de redes forma una secuencia de cámaras de donde los atunes no pueden salir nunca más. Normalmente las cámaras son tres: “bordonaro”, “bastardo” y aquella “de la muerte”. Ellas comunican a través de redes moviles llamadas “puertas”. La cámara de la muerte es la única que tiene también una red en el fondo. Mientras que el banco pasa de una cámara a otra, las cámaras precedentes se llenan de otros atunes que siguen llegando.

La cámara de la muerte - Cuando los atunes llegan a la cámara de la muerte, los barcos forman un cuadrado alrededor de ellos. Un barco más grande avanza hacia poniente siguiendo los ordenes del rais mientras los hombres empiezan levantando la puerta de la cámara. Mientras que alzan la red el barco grande completa el cuadrado. Se hace todo de manera muy veloz, los gestos son muy rápidos.

Cada uno conoce bién su papel como si fueran siempre los mismos hombres repitendo la matanza desde hace siglos. La “sciabica” del rais llega al centro del cuadrado con cuerdas que la sujetan con los lados sur y norte del cuadrado. Desde allí él va a mandar a los hombres. Ellos alzan los ángulos de la red porque saben que después los atunes intentarán huir desde allí. Son momentos de tensión: a la solemnidad  del rais se contraponen los gritos de los hombren que alzan la red. Sólo después que empieza a cantar el “cialomatore” los demás se unen entonando las Cialome, los cantos antiguos que marcan el ritmo de la matanza. Pero muy pronto los atunes empiezan a luchar y forcejear en la red.

Desde entonces no hay más tiempo para los cantos porque empieza la parte más brutal de la matanza. Los hombres se dividen en grupos de ocho a lo largo del borde de los barcos, el “stirado” y agarran los arpones. Cada grupo se divide en dos hileras de cuatro. Antes los “arringatori”(los cuatro que están delante) arponean el atún con los “crocchi d’arringare”, unos arpones de 90 cemntímetros de largo, y enseguida los que están detrás  arponean el atún más lejano con unos “crocchi” más largos (unos 2 metros).

Después es el turno de los demás grupos hasta que el atún está en vilo en el borde. Pero el rais deja via libre para la matanza final sólo cuando los atunes están agotados, cuando por su agitación muy frenética se han casi matado reciprocamente. Lentamente unos atunes se mueren y el agua se tiñe de rojo. Entonces entre los borbotones de sangre y los últimos golpes de cola se arpeonan los atunes definitivamente. Cuando el último de esos gigantes será sacado del mar el rais dará el signal que la matanza ha terminado. La red se dejá caer en el fondo del mar donde desaparece llevando consigo el rojo intenso de aquel masacre.

El retorno - Lentamente las muciare negras rompen el cuadrado y se ponen en fila, casi como en una procesión detrás del barco más grande que entra por primero en el puerto.

Los cantos - Las Cialome son cantos populares muy antiguos de origen árabe que marcan el ritmo de los movimientos de los tonnaroti. Son muy contradictorias porque por un lado recuerdan motivos árabes, por otro invocan a Diós, a la Virgen y a los Santos cristianos para una pesca muy rica.

En el pasado - La pesca del atún en estas zonas tiene una origen muy antigua. Es suficiente pensar en los atunes representados en la Gruta del Genovés (Levanzo - fase final del Paleolítico) y que entre los restos se encuentran enteras vértebras de atunes. Durante su estancia en esta zona, los fenicios disfrutaron de las particulares condiciones climáticas que atraen allí los atunes. Los romanos construyero los primeros almacenes para el procesamiento y la conservación del atún. La influencia más grande fue la de los árabes de donde proceden muchos cantos y términos utilizados actualmente. Los normandos centralizaron la gestión de las atunaras.

En el siglo XVII la atunara fue vendida: desde 1637 fue propiedad de los Pallavicini de Génova y después de los Florio y de los Parodi. Desde 1985 es propiedad de la empresa Castiglione. Para muchos siglos la matanza representó la principal, más bien la única fuente de renta para toda la isla y hoy, cada vez que se repite, atrae centenares de personas.

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